marzo 16, 2014

Podríamos comparar nuestra verdadera naturaleza con el cielo, y la confusión de la mente ordinaria con las nubes. Algunos días, cuando el cielo está completamente encapotado, se nos hace muy difícil creer que haya algo más que nubes. Sin embargo, las nubes no son el cielo. Y nunca podrán dejar su huella en él de modo alguno.

¿Cómo es posible que a las personas les resulte tan difícil concebir siquiera la profundidad y el esplendor de la naturaleza de la mente?
En la civilización moderna, dedicada en gran medida al culto de la ilusión, no disponemos de información sobre la naturaleza de la mente. Los escritores e intelectuales apenas aluden a ella; los filósofos no hablan directamente de ella; la mayoría de los científicos niegan la posibilidad de su existencia. No desempeña ningún papel en la cultura popular: nadie canta sobre ella, no aparece en las obras de teatro ni en la televisión. De echo, se nos educa en la creencia de que solo lo que podemos percibir con nuestros sentidos es real.
Pese a este rechazo casi absoluto, a veces aún tenemos vislumbres pasajeros de la naturaleza de la mente. Tal vez inspirados por alguna obra musical que nos conmueve, por la serena felicidad que a veces experimentamos en contacto con la naturaleza o incluso en las situaciones cotidianas más corrientes. Pueden presentarse mientras vemos caer lentamente unos copos de nieve, cómo el sol se eleva sobre la cima de una montaña o cómo se cuela un rayo de sol en una habitación de una forma misteriosamente cautivadora. Tales momentos, cargados de gracia, paz y beatitud nos ocurren a todos y nos dejan un recuerdo imperecedero.
Creo que llegamos a tener una comprensión parcial de estos vislumbres, pero la cultura moderna no nos proporciona ningún contexto que nos ayude a captar su sentido. Peor aún, en vez de animarnos a explorarlos más a fondo, se nos pide, tanto de maneras obvias como sutiles, que los acallemos. Así relegamos al olvido las que en verdad podrían ser las experiencias más reveladoras de nuestra vida, si supiéramos comprenderlas. Quizá sea este el aspecto más oscuro e inquietante de la civilización moderna: la ignorancia y represión de quiénes somos en realidad.

Sogyal Rimpoché
extraido de El libro Tibetano de la Vida y de la Muerte

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Victoria Pérez

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Sobre la autora

Soy Victoria Pérez y trabajo con estudiantes y profesionales de las terapias naturales y la gestión emocional para completar su formación y acompañarles mientras construyen su sueño de tener una consulta viva, rentable y a su estilo.