Alargar el tiempo de vigilia hasta la madrugada es una tentación en la que se suele caer, pero a menudo el precio resulta demasiado alto.
El remedio más eficaz para gozar de un estado de ánimo óptimo a lo largo del día es haber descansado bien durante la noche. No sólo el tiempo adecuado, sino además con calidad.
Para conseguirlo, hay que reducir progresivamente la intensidad de la actividad diaria y celebrar cada noche un ritual de desconexión previo al sueño. La hora de irse a dormir debería ser siempre la misma. La calidad de la cama y la ausencia de ruido son fundamentales.
Respetar los ritmos también es prioritario, porque rigen los procesos fisiológicos, con sus diferentes fases a lo largo del día y de la noche. La mente también funciona en torno a ciclos de actividad, descanso y organización. Cuerpo y mente necesitan regularidad en la hora de despertarse -mejor temprano que tarde- y de acostarse, en los horarios de las comidas y el orden de las actividades diarias. Además, precisan darse tiempo para cada cosa, no ir siempre contrarreloj y hacer pausas de cinco minutos por cada hora de trabajo.
Otra forma de descansar consiste en reducir la carga tóxica -física y mental- que debe soportar el organismo. Costumbres como fumar, tomar más de una taza de café, beber alcohol o excederse en la ingesta de azúcar, restan energía al organismo.
El exceso de estímulos e información supone un problema similar para la mente. Estos hábitos deben ser sustituidos por otros que «sumen»: alimentos y hábitos saludables, más frecuencia en las comidas, con raciones menores, ejercicio, descanso, actividades que llenen y enriquezcan….