marzo 9, 2014

Las excusas que se da alguien a sí mismo surgen a menudo de su propio miedo a fracasar.
Se posterga la acción o se elude la responsabilidad por temor al riesgo o a no estar a la altura, o por no tener la convicción de que esfuerzo tendrá los resultados que esperamos. Se trata de «pensamientos

dormitivos», según Gregory Bateson: cuanto más recurrentes son las excusas que se usan para evitar hacer algo, más se debilita la confianza.
Tras las excusas que se dan a los demás también puede hallarse el miedo a no ser querido.
La necesidad de corresponder a los compromisos o de hacer lo que socialmente se espera de uno en cada contexto puede llevar a un exceso de cortesía que provoque un efecto contrario al deseado.

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Victoria Pérez

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Sobre la autora

Soy Victoria Pérez y trabajo con estudiantes y profesionales de las terapias naturales y la gestión emocional para completar su formación y acompañarles mientras construyen su sueño de tener una consulta viva, rentable y a su estilo.