La fatiga primaveral se puede prevenir o superar con un estilo de vida que recupere hábitos saludables y elimine otros que desequilibran el organismo y le restan energía.
Respetar el sueño. Hay que intentar dormir las horas que el organismo necesite pero sin recurrir a sustancias artificiales.
Dieta adecuada. Es importante mantener una alimentación sana y equilibrada en primavera, baja en grasas y rica en fibra. Es recomendable aumentar el consumo de frutas y verduras, que reponen sales minerales que se pierden a causa del aumento de la temperatura exterior, y aportan vitaminas.
Ejercicio físico. Por ejemplo, dar paseos de 45-60 minutos, nadar, montar en bici, practicar yoga o cualquier otra actividad que relaje el cuerpo y la mente. Los asténicos deben evitar los deportes que requieran un esfuerzo excesivo durante la época en que se sientan con menos fuerzas.
Vida ordenada. Es bueno mantener unos horarios fijos para acostarse por la noche y levantarse por la mañana, así como para las comidas.
Salir al aire libre. Ante la tentación constante de tumbarse en el sofá o en la cama y permanecer inactivo, es preferible no dejarse vencer por la apatía y aprovechar las horas de luz natural de la primavera para salir a tomar el aire y el sol, fuente de vitalidad y energía.
Estímulos mentales. Una manera de combatir la pereza mental es fomentar actividades intelectuales suaves que motiven y estimulen.
Pequeños descansos. A ser posible, es bueno hacer pequeños descansos de cinco minutos cada hora a lo largo de la jornada.
Actitud positiva. Se puede pensar en los cambios positivos que pueden introducirse en la vida y preguntarse qué se desea para los próximos meses. Obsesionarse con las molestias no ayuda a resolverlas.