Las relaciones conllevan cierto riesgo, dado que siempre pueden decepcionarnos. Sin embargo, escoger el camino contrario, protegerse y cerrarse a la posibilidad de compartir, conlleva a la larga a un sufrimiento mayor.
Reconocer las zonas sensibles. Cada persona lleva a sus espaldas experiencias de rechazo. Son sus heridas emocionales. Cuando una situación actual toca en una herida antigua, se puede reaccionar con la carga emocional del pasado o interpretarla fácilmente como una amenaza. Es importante reconocer ante qué situaciones somos especialmente sensibles y entenderlo en relación con la propia historia vital, para no quedar a merced de nuestras emociones y reaccionar desmesuradamente.
Equilibrar la visión. Cualquier crítica o situación puede interpretarse equivocadamente como un rechazo se alguien se lo toma a nivel personal. Quienes todavía tienen heridas abiertas con facilidad se sienten atacados. Es necesario ganar perspectiva en la situación, intentar verla desde diferentes ángulos, para equilibrar la visión.
El placer de mostrarse. Quien teme al rechazo, teme mostrarse, por miedo a hacer el ridículo, a ser inoportuno o hacer algo incorrecto, a fallar… Sin embargo, también puede descubrir el placer que conlleva expresarse con libertad, sin necesidad de fingir ni juzgar continuamente sus acciones. Se trata de superar la inhibición y dejarse llevar por la espontaneidad, utilizando el medio de expresión que más apetezca en cada momento.
Tomar distancia. A veces somos el objeto de la rabia o la decepción de otras personas. En estas situaciones es importante tomar distancia y reconocer que aunque el malestar se descargue contra nosotros, puede resultar desproporcionado y poco tiene que ver con nuestra persona.
Enfrentarse a la frustración. El mejor modo de superar el rechazo es dar pasos adelante en situaciones en las que uno puede sentirse rechazado. Atreverse a hablar con esa persona que nos interesa, expresar nuestros sentimientos, pedir alguna cosa que se necesita… El mayor triunfo es haberlo intentado atravesando el miedo sea cual sea el resultado.
Expresarse como diferente. Otro reto es expresar opiniones diferentes a las habituales, atreverse a hacer algo distinto si realmente nos gusta, aunque en el fondo no sea diferente a lo que realizan otras personas de nuestro alrededor. Aceptando su propia diferencia, cada ser humano consolida su individualidad.
Cerrar las heridas del pasado. Igualmente es importante reconocer qué heridas todavía no están cerradas y siguen doliendo. Uno puede plantearse realizar un trabajo psicológico para comprenderlas y elaborarlas pues de lo contrario pueden repercutir en sus sucesivas relaciones.