Alimenta todos tus sentidos. Regala a tus ojos exposiciones de arte y bellos paisajes; cocina con placer; iníciate en la aromaterapia, abraza y deja que te abracen; pon banda sonora a tus mejores momentos. Los sentidos ganan en profundidad al nutrirlos regularmente de belleza.
Centra la atención. Aunque sólo sean cinco minutos, deja lo que estés haciendo y atiende a todo lo que te rodea. Descubrirás detalles que expresan la magia de tu vida.
Comparte hallazgos. La magia se amplifica cuando la transmitimos. Si has descubierto un poema o una canción, si tienes un nuevo inquilino vegetal en tu jardín o el cielo ha amanecido de un color especialmente bello, muestra a las personas de tu alrededor estas satisfacciones de la existencia
Escribe haikus. Estos breves poemas de origen japonés constan de tres versos no rimados que captan un momento o emoción y lo elevan a la categoría de arte. Trata de plasmar de manera sencilla y espontánea una pequeña maravilla cotidiana.
Colecciona instantes perfectos. Ten a mano una libreta en la que, como un cazador de mariposas, captures los instantes de felicidad que te procura la vida diaria. Además de describir la situación, puedes añadir un dibujo sencillo para inmortalizarla.
Crea tus propios rituales. Una manera de favorecer el encanto diario es dotar tus rutinas preferidas de un ambiente especial. Una vela en la mesa del desayuno, un disco que te guste para realizar gimnasia o una ropa especial para vestir en momentos de ocio, otorgarán a éstos momentos más solemnidad.
Ten presente el fin. Imagina que te queda sólo un día de vida y que todo lo que tienes se halla en el lugar donde estás. Al darse cuenta de lo efímero y provisional, los sentidos se agudizan y aprendemos a captar y valorar las pequeñas cosas.
